sábado, 30 de abril de 2011

Ai Jean-Luc, ai Jean-Luc... vull entendre-ho però no puc.

Ayer abrí la agenda, y sin querer, me fijé en una anotación a lápiz a mediados de diciembre, justo al lado de un "ploff.."
Y casi me muero: me aplastaron los recuerdos, los remordimientos y puse cara de desesperada.

Y hoy, sobre el alfeizar de la ventana, he encontrado la "definición gráfica" de cómo me sentí en ese momento:







Bueno. No importa. Se suponía que había aprendido. No he borrado mi sonrisa, te lo prometo.


(Posdata: Dale click a la foto y amplíala... it's amazing! ;D)

jueves, 28 de abril de 2011

Solo acierta si...






"Solo Tú puedes hacer que todo gire,
no me importa cómo, dónde, ni por qué..."












"La razón de todo eres solo Tú...
La estrella segura Tú..."




Te al centro del mio cuore, Gen Verde.

Pelotas locas.

¿Cómo funcionan las pelotas locas? ¿Por qué botan sin ninguna dirección? Muy simple: la mayor parte de su masa no corresponde al centro de gravedad.
¿Efecto? Por todos conocido: un divertido ir y venir, chocar y saltar, sin control ni predicción.
¿Divertido? Sí. Hasta que compruebas las analogías y descubres que las pelotas locas son de carne y hueso y viven en tu vida.
Botan al azar, ese azar que no es si no ese determinismo incontrolable fruto del momento y las condiciones de su salto.
Se estrellan contra el suelo. ¿Dónde van? ¿Acaso lo eligen ellas? ¿Acaso lo saben ellas? Lo dudo: se creen libres, impredecibles. Sin embargo, simplemente son arrastradas por las circunstancias: su salto, su bote, su vida es siempre un camino hacia lo cómodo, hacia no pensar, hacia lo apetecible. Sin dirección ni meta. Se excusan poniendo al placer como referencia, la felicidad de una satisfacción, el éxito o una mediocre existencia sin complicaciones.
Ni siquiera se han atrevido a buscar metas altas. Son meras marionetas del entorno.Marionetas sin hilos, y por eso se creen independientes. Pero los hilos que son cadenas, son gruesos y no se ven.
Hay quien cree que nació pelota. Que su vida es un continuo chocar por el suelo, y acabar arrastrándose, siempre sin dirección, sin sentido y sin esperanza. Por eso, cuanto más loca, mejor ¿no? Menos control, si nadie me dice lo que tengo que hacer, soy libre ¿o no? Pero… ¿qué libertad hay puede haber cuando no estas en “el centro”?
Cuando no pones el peso de tu existencia en el centro te conviertes en una pelota loca: sin Camino, sin Verdad, sin Vida.
Y la “libertad” de las pelotas locas no es tal, sino un producto azaroso de circunstancias, en el que te vuelves tristemente predecible pues tu vida se guía por la comodidad y la satisfacción a corto plazo.
No creo que nadie diga que las pelotas –locas o no- sean libres, o felices, o capaces de volar. Pero tú no eres una pelota. Al menos literalmente.


Debo esta reflexión a S.Tapia, muchas gracias ;)

Inundación.

Cuando la vida se vuelve de un salto, te abraza súbitamente y te regala una sonrisa. Duele bonito ser yo, encontrarse porque has dejado de buscarte.
Cuando los anhelos, las inquietudes han unido los dedos con el final, la meta. Se vuelcan las emociones, se desparraman las debilidades y el suelo se convierte en algo ajeno, ya no importan las piedras en el camino: tienes alas. No. No tienes alas, en realidad eres una estrella. Explotas, porque no eres tú. Estallas, te invade, te supera. Son imágenes porque la realidad es indescriptible. Sabes que algún día te parecerá caer, estamparte contra el suelo, ser polvo, tragar barro, pero no importa. Ya es la hora, te han contado el final. Y es perfecto. Es Él.

miércoles, 27 de abril de 2011

Metalenguaje.

Metalenguaje porque hoy me apetece hacer referencia a una historia que escribí hace no mucho y que se convirtió en un regalo. Corto y pego el final, que es una ventana abierta, un camino por recorrer. Últimamente la vida me demuestra que es verdad... y qué es lo más importante. Comienza en una playa de invierno, con el corazón -cerca o lejos- del mar. Acaba también así, y de esta manera:


"-¿Sabes? A veces pienso que cuando miras las cosas solo desde ti mismo, solo para ti mismo, el mundo te queda unas cuantas tallas grande, se te escapa entre los dedos – Él hundió los dedos en la arena y levantó la mano para que cada grano cayera sobre el frío de la noche. – Por eso necesitamos un origen de coordenadas, un sistema de referencia.


-¿El 0-0? – Ella miró al infinito.- Supongo que eso es lo que espero: una estrella segura, una roca firme.


Le interrogó con la mirada. Él volvió los ojos hacia los garabatos que había escrito.
-Pues grábalo en piedra. Ten en cuenta que el viento lo arrastrará, al igual que agita los corazones inquietos. Construye sobre roca, sobre la roca de la voluntad.


-No te vayas- susurró de repente ella, agitado su corazón por el viento. Fue consciente de que el muchacho del mar iba separarse de ella. No quería aceptarlo. El chico se giró, y la silueta recortada entre la oscuridad del cielo, el mar rugiente y los reflejos de la luz de las estrellas, comenzó a alejarse.


- ¡No me has dicho tu nombre!


Ella había gritado, pero su grito había sido como una canción sostenida por el susurro de las olas. Tropezó por la arena hasta llegar a los ojos azules con los que había estado conversando. No tenían ahora el color del mar. Tenían el color del cielo. Él sonrió levemente y entrelazó sus manos con las suyas, solo para deslizar entre ellas una hoja escrita con tinta oscura.


“¿Puedo robar las palabras? La Palabra verdadera ya está escrita desde el principio de los tiempos, el resto son meras aspiraciones. Pero te dejo una historia que me contaron hace poco: ¿Has tirado alguna vez con arco? Solo hay que estirar el brazo, tensar la cuerda, mantener la respiración y dar en la diana. En el centro. Pero si quieres que la flecha se clave en el centro, no tienes que apuntar en línea recta. Apunta alto. He ahí el quid de la cuestión: Apunta alto. Y sí, habrá muchas flechas que caerán muy lejos, que se arrastrarán por el suelo y levantarán polvo, pero no dejes de apuntar alto”.

Ella agarró el papel con las dos manos, como temiendo que echara a volar en cualquier momento.


“Si dudas dónde está lo alto, vuelve la vista hacia los lados. Hay gotas de agua. ¿Lo sientes o no? Pues en cada una está lo más alto. Ámalas con locura. Una  última cosa, que  escuché mirando un escenario, entre miles de personas, sentado entre el calor y la oscuridad, uno  de los momentos más bellos de mi vida: La vida es un reto, un juego, un sueño y  una oportunidad. Es un misterio, una promesa, una canción y una aventura. ¡Ama la vida! Y nunca vivas sin vida, nunca. La vida necesita ser anhelada, deseada, amada, vivida.”


Las lágrimas volvieron a resbalar por sus mejillas. Últimamente lloraba demasiado. Pero esta vez, su sonrisa reflejó la luz de las estrellas, y las gotas saladas se fundieron en el inmenso mar que se acercaba y se alejaba a cada momento.


“E’ solo nella notte che si vedono le stelle.” recordó en un susurro: Sólo en la noche se ven las estrellas. "

domingo, 24 de abril de 2011

SEMANA SANTA

Madrugo mañana, así que brevemente introduzco:

Crecer.
Aprender.
Hablar.
Amar.
Reír.
Soñar.
Vivir.
Dios.
Amigas.
Mar.
Abrazos.
Idiomas.
Siete, o zazpi.
Lágrimas.
Imágenes.

domingo, 17 de abril de 2011

Suelo, arena, mar...

"Más bien, con mi dedo pequeño, mientras la nube detenía su paso,
yo tracé sobre la fina arena dorada su perfil estremecido,
y apliqué mi mejilla sobre su tierna luz transitoria,
mientras mis labios decían los primeros nombres amorosos:
suelo, arena, mar…"

Solo una estrofa del poema MAR DEL PARAÍSO, de Vicente Aleixandre.

viernes, 15 de abril de 2011

Quince de abril.


...y ahora que es 15 de abril,
dices que me echas de menos.
Y yo me quiero reír.

Cuando llegue el nuevo día
dormiremos a la orilla del mar.




Toda la noche en la calle, de Amaral.

jueves, 14 de abril de 2011

NO ESTRELLA

¿Quién dijo que ese cuerpo
tallado a besos, brilla
resplandeciente en astro
feliz?   ¡Ah, estrella mía,
desciende!   Aquí en la yerba
sea tu cuerpo al fin, sea carne
tu luz.   Te tenga al cabo,
latiendo entre los juncos,
estrella derribada
que dé sangre o brillos
para mi amor.  ¡Ah, nunca
inscrita arriba!   Humilde,
tangible, aquí la tierra
te espera. Un hombre te ama.

Vicente Aleixandre, en Sombra del paraíso.

"Si después de cada tormenta vienen tales calmas, ojalá los vientos soplen hasta despertar a la muerte."

"-Arte, ciencia... Creo que han pagado ustedes un precio muy elevado por su felicidad -dijo el Salvaje, cuando quedaron solos-. ¿Algo más, acaso?
-Pues... la religión, desde luego -contestó el Interventor-. Antes de la Guerra de los Nueve Años había una cosa llamada...Dios. Perdón, se me olvidaba: usted está perfectamente informado acerca de Dios, supongo.
-Bueno...
El Salvaje vaciló. Le hubiese gustado decir algo de la soledad, de la noche, de la altiplanicie extendiéndose, pálida, bajo la luna, del precipicio, de la zambullida en la oscuridad, de la muerte. Le hubiese gustado hablar de todo ello; pero no existían palabras adecuadas. Ni siquiera en Shakespeare."

(...)

-¿Está seguro de ello?-preguntó el Salvaje-. ¿Está completamente seguro de que Edmund, en su butaca neumática, no ha sido castigado tan duramente como el herido que se desangra hasta morir?

(...)

-Pero las lágrimas son necesarias. ¿No recuerda usted lo que dice Otelo? <<Si después de cada tormenta vienen tales calmas, ojalá los vientos soplen hasta despertar a la muerte.>>

(...)

-Es que a mí me gustan los inconvenientes.
-A nosotros, no -dijo el Interventor-. Preferimos hacer las cosas con comodidad.
-Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado."

Del capítulo XVII de Un mundo feliz, de A. Huxley

lunes, 11 de abril de 2011

Por qué entiendo a Meursault.

Porque de vez en cuando siento la facilidad de dejarse llevar, de dejarse arrastrar, de dejarse fascinar. De que ese cuerpo tangible sea lo que te deje sin aliento. De que la luz que puedes ver y su fuego sea tu respiración.Porque también nace en mí el grito ancestral, primitivo y estúpido de ser carne, de ser materia y hermana de esa agua y ese sol. De llenarse la boca con arena, de seguir pisadas, de que tu cuerpo comience a evaporarse como chispas que nacen del choque entre dos piedras.


Pero él vive del sol, aunque está vacío. No le significa nada y lo anhela como su todo. Pero es un extranjero: no se conoce, no entiende. Por eso toma al mar y al sol como su vida, necesita algo que llene su nada y solo a través de ella vivir.
Siente sol, siente mar, siente arena, calor y sudor. El agua y los reflejos de los cuerpos. No ama. No puede. No es nadie, pero posee esa sensibilidad de quien no sabe y solo admira. Es absurdo: el sol no llena, solo rellena, pero se agolpa en los ojos y te hace sentir único, vivo. También yo pinto el Universo según late mi corazón. Es menos difícil que elegir, que pensar. El sol es ese dios magnánimo o increíblemente nimio que puede convertirse en fuerza o en sueño, que puede arrancarte la cabeza o simplemente cerrar tus ojos.

Y lo peor, Marie se enamora de él. Del que no ama, del que no comprende, del que no –se– entiende. Meursault morirá.
Aquí metafóricamente.

Prisa.

A veces no necesito suerte, necesito un hacha.

martes, 5 de abril de 2011

POESÍA

Qué me ha llevado a buscar en la sección de poesía de la biblioteca no lo sé. Pero al leer el nombre del autor no he podido evitar cogerlo de la estantería y descubrir un librito en versión original. Y como soy fan de las versiones originales transcribo un poema. Y como no sé catalán -y para todos los que no tenemos tal suerte- copio la traducción.

"Perdona si cal perdonar
(Todavía no hay lilas, pero a falta de pan...buenas son galletas.^^)
als estreps aqusta ferida:
amb les besades mal cosida,
el vespre la grangrenarà.


Com calar foc a un colomar
és fer esquinçall de tanta vida:
perqè fa tant de mal, la mida
de l'horror, el tant d'estimar.


El tant per cent: morir i matar;
morir, perquè la mort ens crida
ambs crits de sol; matar la crida
de la vesprada, el fosc lilà.


El món mor així en una lila.
Cap cop de puny: un plor de neu refila."

PLANT DE TARDOR
Pere Gimferrer, El diamante en el agua.


"Perdona si hay que perdonar,
en el estribo ya, esta herida:
sólo con besos mal cosida, 
la tarde la ha de gangrenar.


Como se incendia un palomar
se hace jirones tanta vida:
que tanto duele la medida
de tanto horror y tanto amar.


Tanto por cien: morir, matar;
morir, que la muerte nos llama
al sol, y matar esta llama
de anochecida, la lilac.


Muere así el mundo en una lila.
No un puñetazo: un llanto de nieve el trino afila." Versión de J.Navarro.

lunes, 4 de abril de 2011

domingo, 3 de abril de 2011

La casa del suelo gris y el cielo verde.

Me aburría el trabajo de La Metamorfosis esta mañana, y miraba por la ventana. El cristal salpicado de gotas y fuera el paisaje: campo recién lavado. Gris y verde de primavera. Flores encogidas por el agua y reflejos entre arena. No he podido resistir y he cogido la cámara y he bajado a la calle, para intentar capturar algo de lo inabarcable, un pedazo de ese universo infinito que de vez en cuando nos regala belleza.

Lloverá sobre las cerezas.


Sangre y suelo.


Muerta.


La lluvia amansa a las flores.



Los muros que enmarcan el cielo.

Charcos, los pisas.

El camino será ruta.


Gris, gris, gris, gris y gris.

¿Dos?

Los cactus mueren en primavera.

Buzón. 


Cadáveres duermen en el agua.


Ladrillo rojo sobre fondo gris. Y el verde.

¿Estupidez?

De vez en cuando el corazón se enreda por ahí y no se quiere soltar...

viernes, 1 de abril de 2011

La rutina también moja.

Las nueve y cuarto, no he cenado, tengo que ducharme, y no encuentro medias sin agujeros. Tendré que ponerme unos vaqueros, a ver ¿dónde he dejado la blusa beige?
Revuelvo las sábanas –la cama sin hacer – y solo encuentro el pijama que he tenido la decencia de no dejar en el suelo. Se cae el cinturón de la silla, y maldigo mis pérdidas de memoria a corto plazo ¡Tenia en la mano hace un momento los pendientes! La mesa llena de apuntes y libros se ríe de mí, y señala bajo el somier el fular gris y el jersey azul marino de cuello alto. Qué ciega, si he pasado por delante de la chaqueta cinco veces sin verla. Qué  boba, si ayer eché a lavar el niki negro. Y media, y tengo que ponerme las lentillas.
Cuando por fin entro a la ducha –después de haber subido y bajado tres veces a la habitación por haber olvidado los calcetines, la toalla, los botines – pienso en lo desastre que soy y en lo tendrá que soportar el pobre hombre que se case conmigo.
Acabo secándome el pelo en la cocina mientras unto pan en los huevos fritos y mi hermana protesta porque “ya ha comido mucha ensalada”. Mi madre me recuerda que salimos tarde y que no he estudiado nada desde que he llegado a casa. Subo las escaleras de dos en dos, porque tengo el móvil en la mesilla, y suspiro: 24 horas al día yo conmigo misma. Sinceramente, no sé como me aguanto.

Solidaridad.

No lo sabía, no podía saberlo. Fue solo una intuición, la poderosa sensación de percibir sus esquemas a punto de venirse abajo. Iba a ser difícil.